Bueno, espero que la historia este gustando a quien la este leyendo. Solo publico esto para avisar de una ausencia temporal, ya sabéis, empieza la rutina y con ella el trabajo, las obligaciones.
Si encuentro un momento subiré mas capítulos, si no me centrare en algunos fines de semana.
Gracias por leer esta historia. Atentamente Valquiria.
La Petite Mort
jueves, 18 de septiembre de 2014
Capítulo cuatro-Cazar o ser cazado
Abrí ligeramente el ojo derecho, lo justo para ver las ondas
rojas de Valquiria en el asiento delantero. Ya era de día, y por lo que parecía
me había dormido, supongo que uno de ellos dos me ha movido, pues no recordaba
haberme tumbado ni haberme tapado. Me acuesto de nuevo. Al rato, unos agudos
gemidos me terminaban de espabilar, <<No
estarán… >>
Me incorpore frotándome los ojos, no tarde en escuchar a ese
par de dos cantando, y aquel debía ser el principio de una canción, <<Vaya canción…>>pensé. Bueno en realidad Valquiria cantaba, lo de
Henry, eran más bien gritos a coro de los de ella.
Tenía cierto ritmo, aun así el Hardcore nunca ha estado entre
mis favoritos, me debí quedar mirándoles, cosa que apenas dudo, porque entre él
y ella…Termine con la cabeza apoyada en el cristal, abrochando mi cinturón y
con la mirada cobriza de Valquiria sobre mi atreves del espejo.
A noche me había equivocado,
no fue una noche larga, al menos para mí, yo me había dormido pero ¿y
ellos?
-¿Has dormido bien, Vic?
La voz de Valquiria, era una voz fría. Quizás más alegre de
lo que me esperaba de alguien como ella, pero aun así fría. No, no había
dormido bien, por culpa de pensar anoche en lo que nos esperaba, me acorde de
mi cumpleaños, y de mi cumpleaños pase… a lo que pasó la noche de mi
cumpleaños. No tuve tiempo de abrir la boca para hablar, dejando un bostezo
como única respuesta.
-Me lo tomare como un “podría haber dormido mejor”-dijo
sonriente, sacudiendo la cabeza. Me encantaría saber lo que pasa por la cabeza
de esa mujer -Henry, Te ordeno que subas el volumen.
Henry soltó un suspiro y obedeció. Sí que debía de haber
confianza entre ellos dos. Reconocía aquella canción “You’re so creepy” de
Ghost town. No tarde en empezar a tararear, y a tener la mirada de Valquiria
sobre mí con cara de “sé que te la sabes”
Sonreí sacudí la cabeza y solté una carcajada antes de
empezar a cantar el estribillo, al menos una frase.
-¡Creepy
girls you’re just my style, blood red lipstick you don’t smile, oh!
Valquiria siguió el resto de la canción, tenía gracia, Henry
se quedó al margen, no parecía saberse esa canción.
A media mañana ya estábamos en una cafetería, no era gran
cosa, una cafetería típica de carretera. Con una música de todo menos nueva,
comida poco aconsejable y todo eso mezclado con las batallitas de Henry.
-Estaba pensando, en que como nuestro destino es más
apropiado para gente como Val y yo, que tú te quedaras aquí. O que intentaras
volver a casa….
La voz de Henry me saco de mi estado de trance.
-¡Tengo en juego algo importante!...¡¡Tengo que ir!!
-Vale vienes, no pienso discutir contigo-<<Pensé que
sería más difícil>>pensé encogiéndome de hombros con suavidad.-Pero,
sigues estando desarmada, Victoria. Y necesitas
un arma y práctica. Míranos a nosotros, Valquiria, tiene una espada yo
tengo armas en el coche.
-¿Me vas a dar una de tus armas?
-No.
-¿Pero no has dicho que necesito…?
-Sí.
-¿Entonces…?
-Es muy sencillo pelirrojilla, en el siguiente pueblo, hay
una armería… -dijo con toda la seguridad del mundo, perdiéndola en un segundo
continuo.-Si no me falla la memoria…
-No te falla, la armería sigue allí -interrumpió valquiria
mientras limpiaba su espada.
-Solo hace falta que nuestra querida pelirrojilla, encuentre
su arma.
<< Tu ya tienes
un arma, pero está en casa-me dijo mi voz interior- ¡Oh, victoria eres un
genio. No puedes volver a tu casa>>
-¡¡No me llames así!!-chille pegando un golpe en la
mesa.-¡Tengo nombre!
-Lo sé, pero si alguien se entera de quien eres, quien sabe
podría matarte.
-Pues llámame Ira.
La conversación no tuvo más cabida en el tiempo que
transcurrió después de esa conversación.
Al igual que ellos mi desayuno se compuso de tan solo un
café, pasaron dos horas hasta que volvimos al coche. Unas tres horas en el
coche y por fin valquiria y yo dejamos
de quejarnos, porque el pueblo parecía estar ya más cerca. Por primera vez me
fije en que Val, tenía un tatuaje. En la espalda, en el hombro derecho, una
sola frase ‘Welcome to the club’.
Media hora más tarde, habíamos llegado, valquiria se había
bajado y situado enfrente de mi puerta, abrió y me dejo paso para salir. Era un
pueblo pequeño, con pocas casas y gente
que andaba con prisa, un par de personas nos habían mirado mal. No parecía ser
un pueblo abierto a visitantes. Henry y Valquiria me guiaron por estrechas
calles sucias y polvorientas.
Por fin la cara de
Henry se ilumino, un cartel de madera, estaba colgando de un oxidado
hierro clavado en la fachada de un edificio como el resto, sucio y gris.
“Armería Destroy”
Valquiria paso la primera, tras ella yo y el ultimo Henry,
ambos admiraron a su alrededor. Por lo que Valquiria alcanzo a contarme los dos
encontraros sus armas en ese sitio. Observe, tanto armas blancas como armas de
fuego.
-Bienvenidos.
Me gire la primera. Un hombre, parecía anciano, con el pelo
rapado y un par de aun visibles tatuajes. Quizás rondara los cincuenta.
-Nye
Destroy…-dijo valquiria sentándose en el mostrador -no has cambiado nada
-Valquiria, Henry, no os había conocido…-una sonrisa se
dibujó en sus labios, alzando una ceja termino con unos claros y cristalinos
ojos azules clavados en mi-¿Quién es la nueva?
-Crescent Hunterblood-me presente. Quizás no había elegido ese nombre de
no ser por Valquiria, como ella me había dicho, “piénsalo bien, tiene que
definir lo que quieres ser, en que quieres convertirte”
-Encantado de conocerte, Crescent.
-Lo mismo digo.
-¿El arma es para ti?
-En efecto, la estamos buscando un arma, no podemos dejar que
vaya por ahí indefensa -interrumpió Henry.
Nye, me había enseñado topa clase de armas. Ninguna despertó
mi atención, no hasta que clave mis ojos en una espada. Una espada de un metal
brillante y negro, con inscripciones en latín sobre la hoja y una poderosa
empuñadura de cuero.
-La espada del jinete…-dijo colocándose a mis espaldas con su
mano sobre mi hombro. –Cuenta una
leyenda que hace siglos un poderoso ser, ordeno forjar esta espada con la
sangre de sus víctimas y siervos. Creando así, un arma destinada al castigo de
los que osaran invadir sus tierras, profanar su país o matar a su gente.
-¿Cuánto cuesta…?-pregunte.
-Si algo en tu cabeza te dice que la cojas no te puedo pedir
dinero a cambio. Pero es un arma difícil de controlar. Por eso quiero que cojas
un arma de fuego para compensar. No creo que necesites aprender a apretar un
gatillo.
Cuando salimos de aquella armería, había conseguido llevarme
bien con Nye, según Valquiria un buen luchador, fiel y leal a su causa. Había
conseguido mi arma y un pequeño regalo. Aparte de la espada que Nye bautizo
como Rider, su regalo fue un colt anaconda, era pesado, pero aun así me
recordaba al revolver que me regalo Dorian. No necesitaba más que entrenar y
práctica. El colt, pronto estaría acostumbrada a su peso y funcionamiento, y
Rider, solo debía controlarla, nunca dejar que ella me controlase a mí.
-¿Por qué has elegido Crescent y no Ira?
-Porque la Ira que conocí, no estaba lista para ir a una
muerte segura.
Mi respuesta pareció descolocar a Henry, pues el silencio
hasta el coche fue sepulcral.
lunes, 1 de septiembre de 2014
Capítulo tres-La primera holeada
“No temas a
los muertos, teme a los vivos que murieron en vida”
La noche estaba bastante despejada
tanto que Henry se puso a bromear sobre las constelaciones, no es un
genio pero por lo que sé de él, entro en el ejército por su padre,
termino sus estudios en un centro militar y bueno esa es su vida, no
me ha contado nada más, ni si Henry es su nombre, ni en que trabaja
y ni siquiera porque nunca me deja sentarme delante, a no, eso sí,
según él podría ensuciar la alfombrilla, o llenar todo de pelos.
Miré el reloj del coche <<Las
tres menos cuarto de la mañana >> una buena hora
para dormir o echar una cabezada, yo estoy demasiado cansada para
dormir y Henry, parece que acabara cediendo al sueño.
-Henry, si quieres puedo conducir yo y
tú te echas una cabezada aquí atrás -dije asomándome por un
lateral para mirarle desde atrás.
-No hace falta, y no te atrevas a tocar
el volante de este coche-me gruño-, mira allí tiene pinta de haber
un sitio para aparcar y dejar el coche, quizás haya un motel o
quizás toque dormir en el coche-dijo para terminar bostezando como
si no hubiera dormido en días.
<<Que cabezón es, que le
cuesta, sé conducir, no tengo tres años>>
Me deje caer en el asiento de nuevo
mientras él aparcaba, yo no tenía intención de dormir y aun así
no se me ocurría nada para matar el tiempo mientras él estuviese
dormido. Termine saliendo de un salto del coche, para terminar
girando sobre mis talones para inspeccionar el lugar. <<No
me da buena espina>> pensé. Escuche a Henry
acomodarse en el asiento para al menos dormir una hora, quizás algo
más, pero ese no fue el único ruido que escuche. También una voz
en mi cabeza, una voz que repetía con tono femenino una frase una y
otra vez: Escóndete, ya
vienen, escóndete ya vienen. Date prisa.
Deje escapar el aire un segundo, cuando
me gire definitivamente vi lo que menos me imaginaba encontrar.
Zombis. No distinguía nada en ellos, los escuchaba, los veía
arrastrándose hasta nosotros, notaba como un nudo se creaba en mi
garganta, empezando un ataque de nervios. Te
lo avisé.
Como primer reflejo me subí al coche,
ahogue un grito cuando una mano choco contra el cristal, haciéndome
retroceder y golpearme la cadera contra el asiento. Me incorpore todo
lo que pude, me abalance a asomarme al asiento delantero me quede
mirando a Henry, no mas de diez segundos. Como primer intento lo
sacudí y llame varias veces.No se despertó solo gruñía. Termine.Termine
soltándole una bofetada.Como consecuencia se lanzo a por mi,
terminando el con mala cara y yo contra el asiendo trasero. Tras
unos cuantos gritos y explicarle la situación, se calmo.
-Yo me ocupo quédate aquí-me dijo
mientras yo escuchaba el seguro de un arma, no tenia ganas de
discutir, asentí.
-¿¡Tu eres imbécil!?-Le termine
chillando echándome hacia delante para agarrar sus hombros-Es mejor
que...
Algo llamo mi atención, ya estaban
casi sobre nosotros, golpeando con las manos las ventanas, mostrando
su podrido aspecto al igual que coreaban sus rugidos de tono gutural.
Algo brillante y blanco que reflejaba la poca luz que daba la luna
mientras se abalanzaba sobre aquellos seres, los cuales no dejaban de
gruñir, lamentarse y soltar esos gritos tan característicos. Pude
distinguir como cada miembro que aquel brillo surcaba, caía al
suelo, cada grito me indicaba cuando moría uno de ellos, <<
¿Cuántos son?>> mire por la ventana pero lo único que logre
fue notar mi pulso acelerado por un ataque de adrenalina, me había
apartado de Henry con brusquedad. Una cara putrefacta y desecha que
se estampo reventándose contra el cristal. Entre toda la oscuridad
pude distinguir un brillo carmesí que rápido se volvía hacia
nosotros.
Estuve a punto de vomitar por aquello.
Sal del coche, ven aquí fuera conmigo. Me baje del coche a
regañadientes, observando lo que la oscuridad me dejaba, notando
como iba caminando sobre los restos las sangre y demás vísceras,
escuchando ya de lejos los gritos de Henry, la mayoría diciéndome que
volviera, otros llamándome un poco de todo, pude ver un rastro de un
líquido casi negro esparcido por el suelo, el charco que dibujaba
junto al todo terreno y una esbelta y alta silueta, frente a mí.
-Estos bichos son realmente molestos
¿no crees?-cuando aquella silueta se giró hacia mi pude distinguir
unos brillantes ojos, de un color anaranjado, casi rojizo. Una melena
salvaje y alborotada y lo que emitía tanto brillo, una larga y fina
espada que ahora ya no brillaba con luz blanca, si no que la luz se
reflejaba sobre aquel líquido espeso y maloliente.
-Supongo…
-¿Nunca te habías topado con ellos?
-No...
-Siento mucho haber jodido el
momento...-dijo mirando algo al todo terreno- soy Valquiria
Asentí despacio, con la mirada fija en
ella, no tenía intención de decirle mi nombre a lo que para mí era
una desconocida, armada y posiblemente no humana. Jugueteo un momento
con la espada, al menos hasta que termino por enfundarla en su
cadera, se acercó más a mí, con una sonrisa en la cara, lo poco
que la luna iluminaba me permitía distinguir sus rasgos.
-Por aquí solo se puede ir a un
sitio-continuo-supongo que te diriges a la ciudad, y se te nota; No
te fías de mí, o quizás de los míos ¿eh?
-¿Sigue siendo una ciudad?-pregunte
con la ceja arqueada-pensé que solo eran ruinas y caos.
-Tienes toda la
razón-mi comentario la había echo reír-acabo de salvarte la vida ¿en
serio no me dirás tu nombre?-su voz sonaba con sorna aun así no era
una burla hacia mí era una burla sobre la situación. Pero yo seguí
teniendo una duda ahora soy Ira o Victoria. Sacudí la cabeza,
suspire, carraspee y tendí mi mano derecha hacia ella.
-Por lo que parece tu también vas hacia
la ciudad.-dije mirando por encima del hombro al coche, distinguiendo
a Henry en el asiento delantero-Soy Victoria
Estrecho mi mano, mirándome con lo que
parecía una sonrisa en la cara, señalando sobre todo el todo terreno.
-¿Sois....?-dijo mirándome a mi.
-No, él me está llevando a la ciudad.
Al rato después de entrar yo y sentarme
atrás, hable unos minutos con Henry. No tarde en oír un ruido en el
cristal, el primero en girarse fue él. Me tiro encima la mochila y
abrió la puerta.Valquiria había entrado y se había sentado en el
asiento del co-piloto.
-No te había reconocido de lejos-dijo
mirándole con una sonrisa-
-Se supone que debes ver en la
oscuridad
-Sabes que eso solo pasa cuando … -se
giro para mirarme-Hola de nuevo Victoria
Saludo con la cabeza mientras me
quitaba de encima el peso muerto de la bolsa.
-¿Enserio vas a volver allí?-dijo de
nuevo mirando a Henry, él se limito a arrancar y a asentir
-Y creo que ahora tengo que llevar a
las dos
<<¿Que demonios esta pasando
aquí?>>
Solo un par de
horas después conseguí relajarme del todo, ellos dos se miraban de
vez en cuando, pero sobre todo reinaba el silencio, la noche estaba
siendo demasiado larga.
El sueño me
atrapo, y fui consciente de ello cuando sobresaltada por una frase desperté.
Por fin Henry había logrado aparcar, por fin Valquiria se había dormido, por
fin todo parecía normal y estable.
Me lleve las
manos a la cabeza como una niña empecé a hacer fuerza en mis sienes, como si
quisiera expulsar algo que se había metido en mi cabeza.
<< Sal….Sal de mi cabeza...>>
Logre
relajarme, expulsar aquella voz de mi mente. Pronto las ideas llegaron.
<<A dónde vamos hay más peligros
que en ningún otro sitio. Henry y Valquiria van armados…Pero yo tengo el…
¡Mierda!>>
Por primera
vez. Después de mi pelea con Alice, de la desaparición de Dorian. De todos los
problemas había recordado, lo había recordado. << ¿Cómo pude dejarlo en casa de mi padre?>>Pensé.
Había tardado
casi tres días en recordar mi regalo de cumpleaños. Bueno, técnicamente el
único que llamo mi atención. No pude evitar recordar aquella frase,
aquella pintoresca frase que Dorian había mandado grabar en el cañón de un
revolver para mí. Aunque ahora que lo pienso… ¡Lleva quince años diciendo que
no hay quien confié en mi con un arma!.
Me obligue a
cerrar los ojos. De nuevo todo se volvió lejano y oscuro.
Capítulo dos-El vampiro que se convirtió en hombre.
“Hombre
es el que llega a conocer el amor, no el que lo busca sin descanso”
En el
norte enero siempre había sido frió, claro que a él no le
preocupaba eso, no podía sentir el frio, ni el calor. Él ya estaba
muerto, había pasado ya quinientos años vagando como un condenado
antes de llegar a la silla, para que lo ejecutaran, pero él nunca
llegaría a la silla, él nunca moriría, el no conocería el sentido
de vivir. Él era un vampiro.
Dorian
Fovel. Ya había pasado tres meses jugando con gente más poderosa
que él, poniendo en peligro al amor de su no-vida, incluso jugando
su propio cuello por puro orgullo.
Tres
meses siendo frio y calculador con ella, tres meses con miedo a las
consecuencias, tres meses sin saber qué hacer, como actuar. Tres
meses actuando con su querida Victoria, como actuaria con cualquier
mujer hace tan solo doscientos cincuenta años, quizás algunos años
mas. Ella no era cualquiera, ella era especial, única, al menos para
él, ella había confiado en él, cerrando todas sus cicatrices
abiertas, comprendiéndole, la única que no le había temido.
Las
dos semanas que llevaba encerrado en aquella celda, en algún punto
desconocido de un mapa, encadenado de pies, manos y cuello a una
pared, con quemaduras por las cadenas, cansado de gritar, suplicar y
esperar a que lo liberasen. Cansado por la falta de sangre.
Esperaba
cabizbajo, dejando que su cabeza cayera atada por una cadena,
apoyando el mentón contra el pecho. Alzo la cabeza cuando la puerta
se abrió, por quinta vez esa semana, y solo era jueves, Dorian
esbozo una sonrisa, la cual dejaba ver sus perlados y afilados
colmillos, la cual recordaba a la de un lobo feroz, a punto de
comerse a una niña indefensa, quizás a un corderito o puede que
inspirando miedo a otro lobo. Stelian Bones, el único vampiro
conocido por su brazo de esqueleto, acabada de entrar en su celda,
enfundado en un elegante traje hecho a medida, negro con finas rayas
plateadas, no era el clásico vampiro, aun así era de belleza
antigua, su barba y su corte de pelo le daban un aire de hombre
pudiente del siglo diecinueve.
-¡Oh!
Genial sesión de tortura con míster huesitos-la voz de Dorian
sonaba con sarcasmo, un sarcasmo hiriente para alguien con
sentimientos, el cual solo enfurecía a Stelian-por favor tortúrame
suavemente que hoy estoy algo sensible, ya sabes.
-No
creo que estés en posición de bromear, sanguijuela
inmunda.-vociferó Stelian-Es mas no vengo a torturarte, esta vez
no, solo he venido a traerte la comida y a soltarte esa cadena del
cuello.
Stelian
se acercó hasta Dorian, tan dolo para soltar el grillete de su
cuello, y el resto de las cadenas, fue demasiado rápido en tirar al
débil vampiro al suelo, enroscó las cadenas en su torso, dejando
sus brazos aprisionados con dichas, la melena negra de Dorian cayo
tapándole la cara, dejo las piernas estiradas, aun así no podía
hacer mucho con ellas, estaba demasiado cansado, Stelian soltó una
carcajada, en su día, Dorian había seguido de cerca los pasos de su
padre, siendo el vampiro más poderoso, cuando este murió, Stelian
lo conoció, en aquella época, y ahora, no era más que una
sanguijuela débil y demacrada por el hambre.
-Su
sangre, Conde-Bromeo Stelian arrojando una botella llena de sangre a
los pies de Dorian, manchando el suelo y sus rodillas.
Entre
carcajadas Stelian salió de la celda, dejando allí a Dorian con
Sangre manchando hasta sus rodillas, empapando el suelo, sus ropas,
más bien aquellas ropas de un material similar al cuero que le
habían puesto, no tardo en notar como sus colmillos crecían por
primera vez desde hacía meses, lo cual le hizo gritar de dolor.
Se
echó hacia delante todo lo que pudo, hasta que con su afilada y
larga lengua lamio la sangre del suelo, bebiendo esta, era lo más
delicioso que probaba en meses, cuando estaba junto a Victoria, lo
máximo que comía era sangre animal, aquella no, era humana, ese
sabor tan aditivo, tan inspirador, tan delicioso. No dejo de lamer en
suelo e incluso su ropa, no paro hasta que toda la sangre había
desaparecido, se apoyó contra la pared, dejando que su melena negra
le tapara la cara.
Dorian termino sumergido
en su sepulcral silencio, como todo el tiempo que llevaba allí
encerrado, sus ardientes ojos de un rojo brillante como la sangre,
se cerraron, para que él pudiera entrar en la meditación que los
vampiros utilizaban para descansar o simplemente “dormir”. Cada
día su cuerpo estaba más pesado, más cansado, y aun así se
obligaba a si mismo a burlarse de sus cazadores, a seguir vivo un día
mas, solo por esperar a que ella lo encontrara, o eso esperaba,
Victoria era capaz de muchas cosas sobre todo de dar con él, ¿acaso
no estaban ya conectados desde aquel mordisco?
Dorian no tardo en
decepcionarse con esa idea, un vampiro podía dar con una persona con
solo probar una gota de sangre de su víctima, aun así los humanos
no podían, ellos se limitaban a estar conectados con el vampiro, a
sentir lo que el sintiera si se concentraban, pero no a saber dónde
estaba, después de todo, no pueden seguir un rastro.
Dejo que su cabeza
cayera, clavando el mentón sobre sus clavículas, las quemaduras que
los grilletes le habían creado en el cuello y las muñecas, aun
le molestaban, aun así pronto Dorian comenzó a notar, como iban
desapareciendo. No podía mantener los ojos cerrados, los abrió
clavándoles en el suelo con movimientos pesados y cansados.
<< ¿Dónde
demonios estas, Victoria? Sé que sigues viva, eres fuerte, pero
¿Dónde demonios estas?>>Aquel pensamiento le hacía
imposible intentar entrar en ese trance, ella era su humana, la
quería, estaba preocupado por ella. << Mejor
pensado no quiero saber dónde está, porque seguramente, esa
fierecilla este jugándose el cuello por encontrarme ¿por qué no la
dije nada?>>
La aterciopelada voz de
Dorian invadía su propia mente, distrayéndole, estaba volviéndose
loco, lo tenía muy claro, sobre todo por que empezaba a tener unas
horribles pesadillas recurrentes en las que sus actos y matanzas
pasadas se repetían una y otra vez, aquello incluso le quitaba el
hambre, aun así lo peor era que no podía olvidar al Doctor Strauss,
el e había encontrado, y en su familia le habían tenido como un
amigo cercano a ellos, incluso conoció a Victoria el mismo día de
su nacimiento, cuando era niña se divertía viéndola, imitándola,
tomándola el pelo, incluso haciendo las veces de niñero, aquella
niña era tan curiosa, le despertó la curiosidad en cuanto poso sus
ojos en él, aquellos enormes ojos de un verde azulado meloso, era un
color dulce, no comparable al rojo ardiente pero frio de los suyos,
pronto, para él demasiado pronto, aquella niña creció, creció
rápido y se convirtió en la hermosa joven que dejaba sin aliento a
muchos, pero aun así que vivía enamora de él, una bestia, como en
aquel cuento, ella era una joven bella y frágil y él una terrible
bestia, y aun así se quisieron y amaron hasta el final, <<esto
no es un cuento>> se auto recordó cortando el hilo
de la historia que estaba repasando.
No hacia mucho había
sido el cumpleaños de Victoria y como regalo él, que la conocía
muy bien, la había regalado un revolver con una frase grabada en el
cañón, Dorian apenas ya recordaba la frase, pero si recordaba con
exactitud todos los días que Victoria y él habían pasado en una
galería de tiro, quizás fuera demasiado pesado para ella, pero
pronto la practica la hizo utilizar aquel arma con precisión.
-Victoria…-mascullo el
vampiro con la pena que le rondaba ya hacía días, semanas, quizá
más.
Dorian cerró los ojos,
estaba psicológicamente roto, algo que parecía increíble a su
edad, pero físicamente agotado y eso era realmente lo que le
atormentaba.
-¿Cuándo
naciste? ¿Qué edad tienes? ¿eres más viejo que papá?-las
preguntas de Victoria, me atacaban por todos lados-¿A ti se te
cayeron los dientes? cuando sea mayor ¿seremos aun amigos?
No
tenía más de siete años, un par de trenzas recogiendo su melena y
por caérsele tarde a falta de cuatro dientes, lo cual hacia que
cuando sonreía yo no podía evitar estallar en carcajadas, y ella
solo se tapaba la boca con ambas manos y me llamaba tonto por reírme
de ella. Nunca contestaba a sus preguntas pero aquella primavera fue
diferente, aquella mañana, llegue a comprender, que igual que ella,
yo también había sido niño, y me castigaba contestando a preguntas
tan tontas como esas, preguntas propias de alguien como Victoria.
-Nací
hace muchos años, sí soy más viejo que tu padre, como a todos los
niños, sí.-me arrodille frente a ella, envolviendo sus manos entre
las mías, y me obligue a sonreírla, como ella hacia siempre
conmigo-espero que seamos amigos cuando usted crezca señorita
Strauss.
Siempre
que la llamaba así se reía, decía que solo yo la llamaba “señorita
Strauss” y que era un tipo muy raro, aquella niña me cambio, y
ahora soy así, cuantos crímenes me han vuelto una bestia, un
monstruo para los míos y esa mocosa en apenas quince años logro
ganarse mi afecto y volverme una especie de dócil y obediente
mascota, un amigo, un hermano mayor, el príncipe azul que ella
esperaba.
Aún
recuerdo cuando me tocaba cuidar de Victoria, las noches velando su
sueño, todos los cuentos de hadas que a regañadientes la leía,
ella me obligaba a leerlos, y nunca fui capaz de negárselo, cuando
me tocaba cocinar y ella me hacía mezclar dulces con la comida y
luego al final yo la molestaba poniéndolo y arruinando los platos,
para rehacerlos bien después, incluso recuerdo cuando en una navidad
que su padre tenía trabajo, como me quede a su lado, decorando,
leyendo, cocinando todo por y para ella.
Y
ahora cuando ella ya tiene los veinte, ¿qué me considera? ¿Un
amante? ¿un hermano?¿un amigo?¿un sirviente?
Me
culpare siempre si no la vuelvo a ver, si no puedo volver a decirla
te quiero, o un simple quiero estar la eternidad a tu lado. ¿Qué
haría entonces? ¿Qué hare si no la vuelvo a tener cerca?
Todo aquel monologo consigo mismo le
hizo suspirar, manteniendo los ojos cerrados, empezando a notar la
calma de su entorno actual, todo aquel silencio, las alucinaciones
habían vuelto a empezar, una sugerente voz femenina le hizo abrir
los ojos y clavarlos en la figura que había frente a él.
-¡Victoria!-grito.
Como siempre ella desapareció, no era
real, solo una imagen, un vástago de memoria. Las siguientes
alucinaciones, le hicieron estallar en unas histéricas risotadas,
algunas eran terroríficas, otras eran algo más extrañas, y otras
se limitaban a tener parecido con seres queridos que había tenido y
perdido, los cuales le recordaban que no debía hacer, porque no les
había salvado, otras solo eran productos de su propio miedo, esas
ultimas se limitaban a volverl loco de rabia, de pena y de angustia,
pues solían ser la aparición de Victoria pidiéndole ayuda, o
preguntándole por que no la había salvado.
Dorian había perdido su temple, se
había sumergido en su silencio, intentando probarse diferentes
teorías, intentando convencerse de que todo iba bien, de que ella
seguía viva, de que pronto la vería de nuevo, de que todo aquello
terminaría.
A penas había pasado tiempo desde que
Stelian le había traído la comida, aun así el hambre, quizás la
gula, le habían atrapado de nuevo, quería más sangre, necesitaba
más sangre o podría terminar muriendo de hambre o de cualquier
cosa, o solo estar lo bastante débil para que pudieran acabar con su
no-vida.
El agotamiento pudo con él demasiado
pronto, la última vez que Dorian cerro los ojos, no tardo en caer en
ese estado de trance que los vampiros utilizaban como cambio por el
sueño de los humanos, al final ellos no podían tener ese descanso,
la eterna broma de vivir con la angustia de la vida, pero no obtener
el descanso y la paz de la muerte, pasar una eternidad planteando qué
sentido tiene una vida eterna, si a partir de los quinientos años te
empiezas a aburrir.
Al menos a él le había
pasado, cumplió los quinientos años y todo se volvió aburrido,
monótono y cargante, años más tarde, había conocido al padre del
doctor Strauss, luego había coincidido con el padre de Victoria hijo
de este y más tarde con la propia Victoria, la última Strauss con
la que había tratado.
miércoles, 20 de agosto de 2014
Capítulo 1- Heridas del odio
-Me arrepiento de tantas cosas.-dije
cabizbaja.
-¿Cómo cual…? ¿Las fotos en el espejo cuando
crees estar sola?-La voz de Alice me saco de aquel agotamiento continuo. Me
ruborice.
No había pasado más de una semana de aquello,
yo aún lo recordaba como una conversación mental, no quería abandonar aquellas últimas palabras
que tuvimos, pero aun así ese recuerdo es mucho mejor que este momento. Perdida,
avanzando por el estrecho borde de una carretera, hace horas que no noto mi
blusa, el agua la ha pegado a mi como una segunda piel, mechones de pelo se
abalanzan sobre mi cara, pegándose a esta,
note el color ahora apagado de este.
La lluvia me golpeaba y el frio (acompañado
del viento) me azotaba, el escozor en la piel en la que las gotas azotan es ya una molestia más, no menos importante
que las demás.
Sacudo la cabeza y sigo andando, hasta
avanzar unos diez metros, no noto que apenas hay coches en la carretera, hasta
que unos brillantes focos me ciegan unos segundos y se paran a mi lado, no
salgo de mi estado de automatismo, programado solo para andar.
-¿Va hacia algún lado concreto,
señorita?-oigo que me dice alguien desde dentro de lo que aparte de focos es un
todoterreno de un verde caqui oscuro.- ¿Podría acercarla?
Contesto a regañadientes:
-Me dirigía hacia Sorrows Hill.-Me permití
unos segundos de escrutinio, pero no pude distinguir a nadie. “no puede ser
peor que tú” recordé-Me vendría bien, gracias.
Pocos segundos después estaba en el asiento
de atrás, acomodada en el asiento mirando la nuca del conductor.
-Mi nombre es Henry-oigo casi a los pocos
minutos, es una voz no fría, pero si raspada y ronca.
-Encantada, Henry-digo antes de carraspear
falsamente para aclararme-yo soy Ira.
Le escuche mascullar algo intangible y pronto
estallo en carcajadas, ¿le había hecho gracia? ¿Se reía de mí?, sacudí la
cabeza para apoyarla secamente sobre él apoya cabezas del asiento, seguía
lloviendo y no parecía que fuera a escampar, mientras mi conductor temporal me
contaba cosas sobre el yo me dedique a buscar con la mirada algo de
civilización en aquel desierto surcado por la grieta y una carretera.
-No creo que pueda llevarte hoy a tu destino,Ira
, quizás sería bueno buscar un motel y dormir esta noche.-Me dijo Henry sin
asomarse del asiento, con la vista al frente como todo el camino que habíamos
recorrido.
-Hum…Está bien-dije tras unos minutos
pensando aquella oferta, era amable, me iba a llevar hasta ninguna parte, debía
dejarle dormir y a mí tampoco me vendría mal descansar.
Quizás una hora y media más tarde, (según mi
reloj) paramos, en mitad de la nada había un motel, pequeño y ruinoso, echo
polvo, decorado a la antigua y con una mesera que se llamaba Virginia
<<Tiene el mismo nombre que el estado >> pensé.
Tras una larga conversación entre Henry y esa tal Virginia, y varias
miradas dirigidas a mí, (yo estaba sentada en una butaca esperando) termino por
darnos una habitación. <<No puedo dormir en la misma habitación que un
desconocido…Podría ser un asesino, o un…>> No pude terminar mi monologo
psicológico, Henry me había agarrado del brazo y prácticamente me arrastraba a
la habitación.
Como el resto del motel, era pequeña, para
dos personas algo incomoda, con un par de camas viejas con ropas de cama de
poca calidad y muebles de madera, una televisión colocada sobre una cómoda,
frente a las camas y un cuarto de baño enano con una ducha, un retrete y un
lavabo.
-Es enano-mascullé de mala gana sentándome en
una de las camas, la más alejada de la ventana y más cercana al baño, no tarde
demasiado en descalzarme y tirar mis botas al suelo, las coloque junto a un
radiador para que al menos a la mañana estuvieran secas o casi secas, cuando iba
a hacer lo mismo con el resto de la ropa, repare en Henry, tosí de nuevo con
falsedad y lo mire.-¿Podrías preguntarle a la mujer de la recepción si tienen
ropa ¿
-¿Ropa?-repitió el con una ceja alzada,
pareció caer en la cuenta-¡Oh!, si iré a preguntarla.
Salió dando un portazo, hacia un rato que
intentaba adivinar que era aquel hombre, era extraño, pero no me parecía
desagradable. Rasgos afilados, pelo negro largo, ojos color verde vidrio ,
bastante grandes y vestido enteramente de negro, y verde caqui, con un estilo
militar, acompañado quizás de la máscara de gas que vi en el coche, aun así se
había convertido en un sombrero de ala ancha.
Aprovecho que Henry se ha ido para quitarme
los calcetines y la blusa y colocarlos en el radiador de la pared, no tarde en oír
la puerta, alguien que llamaba fuerte con los nudillos, me abalance a cerrar
las cortinas de la ventana y a abrir un poco para asomarme, vi que era Henry, y
en efecto traía ropa. Saque el brazo por la puerta para cogerla y cubrirme con
ella, no estoy desnuda pero no quiero que me vea en sujetador, podría pensarse
lo que no es.
-Pasa rápido y quédate mirando a la pared.-dije todo lo autoritaria que podía
estar. Me obedeció sin discutir, mientras yo me dirigía al baño, para probarme
la ropa, escuche los muelles de una de las camas, eso me indicaba que se había
tumbado, quizás sentado en una de ellas. Chille varias veces cosas como “oh,
venga ya” o “¿Me estas tomando el pelo?”,
las cuales coreaba Henry con carcajadas, termine con una camisa degastada
de hombre, el resto no era ni mi talla, solo seria para dormir, y de lo malo,
me servía de vestido, recogí mi melena en un moño y me puse un pañuelo como
cinta de pelo.
Algún mechón pelirrojo cae de mi despeinado
peinado y aun así lo que más resalta en mi es la falta de sueño, el agotamiento
y el hambre.
Cuando después de probarme todas las prendas
de ropa salgo y veo a Henry tumbado en una de las camas, la más cercana a la
ventana, al menos ha respetado que yo quiero la otra. Le vi cómo me miraba
fijamente y por un momento me pareció incluso atractivo, pero seguí sacándome
quizás cinco años, no demasiados pero si notables, le arroje la ropa y me senté
en mi cama con las piernas a lo indio, le mire sarcástica, viendo como me
miraba con una duda en la cara.
-Ve a devolver la ropa, Henry-dije con cierta
tenacidad.
Se levantó, mascullo algo y salió de la
habitación cargando con la arrugada ropa, me tumbe en la cama y me tape con las
sabanas, edredón y mantas.
Termine rodeando la almohada con los brazos y
cerrando los ojos, no me apetecía ver la
tele, me quite la cinta y el moño. Para cuando Henry entra en la habitación yo
ya estoy medio dormida, aun así lo oigo encender la tele y tumbarse en la cama.
No tarda más de dos horas en dormirse, lo cual me da oportunidad para salir de
la cama y apoyarme en su mesita para
mirarle más de cerca. <<Humano, desde luego es>>pensé mirándole de
cerca<<seguro que no se ha dado cuenta de nada. >>
Me aparte de él y salí de la habitación,
haciendo el mínimo ruido posible. Note el frió en la cara, el viento que corría
era casi invernal, hacia horas que no llovía, aun así todo seguía empapado. <<Donde
estas ahora, Dorian…Por qué insististe en no contarme nada…¡¡Por qué demonios
me enamore de ti!!>>
Me deje caer sobre la barandilla del pasillo
exterior, débil, con aquel grito aun en mi cabeza, porque tuve que enamorarme
de un no-muerto, porque me duele el amor sin él, solo era un acechador, un
cazador, un monstruo, pero aún recuerdo como en su momento lloro, lloro por mí.
Y ahora e acabo, en un motel, con un desconocido, yendo directa a un pueblo que
se supone que esta maldito, aún faltan quizás dos días de viaje, no conozco a
mi conductor y no sé por qué voy a
buscar a Dorian.
Apoyo la cabeza sobre mis brazos, no tardé en
oír una puerta abrirse, lo cual termina con una mano apoyada en mi hombro.
-Sé que tu nombre no es Ira, así que si
quieres saber más de mí, primero deberás hablarme de ti, te prometo que no soy
un asesino, ni un violador, ni nada de eso.
Me tranquilizo oír la voz de Henry a mis
espaldas, levante la cabeza para mirarlo, mientras me conducía hasta la
habitación. Se sentó en su cama, echado hacia delante, mirándome esperando a
que me explicase. Carraspee y me tumbe en la cama mirando hacia el techo, con
las manos sobre mi vientre.
-Mi nombre es Victoria. Soy la hija del
Doctor Charles Strauss Lazarus, un científico destinado a tratar con soldados,
heridos o con heridas psicológicas, adopte el nombre de Ira, cuando me metí en
un mundo algo oscuro, cuando supe que podrían controlarme si conocían mi
nombre, elegí ese.
-Conozco a tu padre, fui paciente suyo, y mi
padre era amigo suyo. Estuvieron juntos cuando la base médica central se
incendió por la obsesión de un pirómano. Tú padre hablaba mucho de ti, y tienes
la misma mirada que él.-Me contó todo aquello como si quisiera emocionarme,
quizás otra cosa. Me limite a asentir, sin apartar la vista de Henry, y ¿si el
hacía lo mismo que yo? Quizás Henry no fuera su verdadero nombre, quizás ni siquiera me hubiera contado la
verdad, o tal vez sea que desde la semana pasada estoy paranoica, como lo que
paso con Alice una hora antes, ¿qué pasaría si toda la gente que se acerca a mi
estuviera en peligro? ¿Podría Henry morir por mi culpa?
Las dudas se amontonaron en mi mente durante
el resto de la noche, no llegue a dormir más de dos horas, seguidas,
preguntándome quien es realmente Henry, quien soy realmente yo, ¿porque me
empeño en dejar abiertas todas mis heridas?, ¿porque me empeño en querer buscar
a ese no-muerto?, ¿Por qué me enamore de él? A veces no se me responder ni
siquiera yo, pero mi pregunta más importante ¿Por qué Henry ha aceptado cinco
días de viaje para llevarme?
Termino levantándome de la cama a las siete
menos cuarto de la mañana, maldiciendo a toda la familia de Henry, en susurros,
me cambio en el baño y no tardo en salir, con mi ropa, ya calentita y seca, los
radiadores funcionan demasiado bien, al menos desde mi punto de vista, y viendo
el resto del motel. Con un bostezo me subo al todoterreno de Henry, estirando
las piernas en el asiento de al lado, en el asiento del copiloto, pone una
bolsa. <<No recuerdo haber visto esa bolsa anoche>>pienso con un
suspiro, mientras que coloco mis manos
en la nuca y me acomodo, no me consigo dormir, estoy demasiado cansada como
para dormirme.
Llegado un momento, mientras me incorporo, mi
cabeza choca contra el techo por un bache, oigo a Henry estallar en carcajadas,
mientras yo me ato el cinturón y medio enfrascada en mi mente me quedo mirando
por la ventana, no es un paisaje bonito aun así, no tengo nada mejor que hacer
aquí metida, con el idiota del asiento de delante.
-¿Cuánto queda de viaje en total?, es para ir
acostumbrándome a tu compañía, Henry
Le oigo reír de forma seca y brusca aun así
me mira desde el espejo retrovisor y sonríe tristemente.
-Cinco, quizás cuatro días, o puede que seis,
no estoy seguro.-Resople con pesadez justo a tiempo para que vuelva a reírse de
mi comportamiento, estoy segura de que no hay nadie dentro de mi círculo social
que sea tan molesto como el, pero en fin es lo que me toca soportar para poder
llegar a mi destino.
Paso el resto del viaje encogida en el
asiento, mordiéndome la lengua para no empezar a comentar de forma violenta y
sarcástica sobre Henry, de su forma de vestir, de su coche o derivados, en
teoría mordiéndome la lengua, me estoy portando bien ósea sé que puede darse
con un canto en los dientes. Al menos de momento.
Desvió la vista hacia la bolsa, tiene diseño
de deporte, aun así es lisa, solo de un
color negro sin ningún logotipo o marca, solo con una chapa metálica con una
iniciales: “H.S.E”
Posiblemente sean las iniciales de Henry, aun
así no sé qué significaran esa “S” y esa “E”
No tardo en salir de mis pensamientos, sacudo
la cabeza y me centro en la nada. Mirar por la ventana es desolador, solo hay
desierto y no rueda en él ni una mísera planta rodadora, desolador, pero es el
paisaje que nos acompañara hasta llegar a nuestro destino. Sorrows Hill.
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